A diferencia de otras regiones del Perú, Arequipa se caracteriza por sus costumbres y su firme identidad mestiza. Se formó con hidalgos empobrecidos y soldados sin fortuna, relacionados de igual a igual con yanaconas desarraigados y mitimaes furtivos. Mientras Lima o Trujillo crecieron como urbes criollas en tomo a una pequeña corte de apellidos castellanos afortunados, y mientras Jauja,

Ayacucho y el Cuzco siempre fueron densamente indígenas, la región de Arequipa y más aún su ciudad capital nunca dejó de ser, como decía Concolorcorvo, “tierra de cristianos viejos de exiguo solar y escasa hacienda”. La tradición y el folclor surgidos de este mestizaje guardan muchos rasgos originales, siendo el más saltante el espíritu individualista, de tinte plebeyo y campechano, que inunda sus costumbres y expresiones.

La ciudad de Arequipa conserva, sin lugar a dudas, la quintaesencia de este regionalismo peculiar. El verde valle donde se yergue la Ciudad Blanca, tantas veces descrito como un oasis resguardado por volcanes y cercado por desiertos, es también un anárquico ramillete de poblados semirurales y tierras de cultivo y ganadería, cuyo fértil rastro se interna en la dudad por in numerables comisuras. Mucho; viajeros procedentes de países lejanos, como es el caso del historiador Arnold Toynbee, que visitó Arequipa en 1956, se han sentido seducidos por esta cercanía y hasta intromisión de lo rural, comparable, según Toynbee, al verdor que interrumpe a cada paso la vida urbana en los milenarios pueblos bíblicos del río Jordán. La comida, los bailes, las festividades religiosas y hasta las artesanías, evocan esta tenue delimitación entre lo rural y lo urbano que es propia de los arequipeños.

El habla popular y la música

La región arequipeña, no sólo la ciudad del Misti, tiene su propio acento mestizo el cual se ha vuelto una costumbre común, así como decires y refranes típicos. Abundan los quechuismos, como llamar pajla al calvo, ccala (y no calato) al desnudo y huíshuí a lo grasiento y desaseado. Hay un abundante vocabulario lleno de inflexiones sarcásticas contra ricos y poderosos, como chinicolquero (chacarero que no trabaja y vive de sus rentas) y quirco (fatuo, arrogante). También abundan usos verbales insólitos o arcaicos, como decir saber por soler y recoger por llegar: “¿A qué hora sabe usted recogerse a su casa?”. La minería y los ferrocarriles introdujeron anglicismos muy peculiares, como “poner breque’’ (poner freno, derivado de to brake, ‘frenar’ en inglés) y ser un “jedeche” (alguien molesto, derivado de head oche, ‘dolor de cabeza’ en inglés). El habla más peculiar y enjundiosa la tienen los characatos, cuyas expresiones han dado lugar a piezas literarias no aptas para forasteros.

Peleas de toros

Una de las costumbres más peculiares y características de Arequipa es la de las peleas de toros. Actualmente la fecha central para este tipo de eventos es el 15 de agosto, aniversario de la fundación española de la ciudad, ocasión en la que se reúnen en las inmediaciones del coso arequipeño los criadores con sus mejores ejemplares para disputar, en medio de una gran expectativa, el trofeo Astero de Plata, otorgado por la Asociación de Criadores de Toros de Pelea.

Peleas de toros en Arequipa

Son diversas las versiones acerca del origen de estas tradicionales peleas, probablemente únicas en el mundo, pero cuyos antecedentes podrían remontarse al antiguo Egipto. Algunos citan un edicto del cabildo arequipeño del 10 de agosto de 1555, en el que ya se mencionan. Otros, más rigurosos, consideran que el registro más antiguo de ellas es una nota periodística publicada el 10 de mayo de 1881, que informa de una pelea de toros, del numeroso público que congregó y las importantes cantidades de dinero que se apostaron en ella. En poco tiempo la noticia dejó de ser una rareza, y ya en 1889 se realizaban, en la plaza de Cayma, 25 peleas de toros en un solo día. Desde entonces estos eventos se han ido arraigando en todo el departamento y haciéndose cada vez más populares y coloridos. Descendientes de los antiguos bueyes de yunta que comenzaron a llegar a la región en 1546, los toros de pelea son criados con la mejor alimentación y cuidados —“es el ganado más engreído de todos”, según un especialista—, lo que les permiten desarrollar a plenitud su tamaño y fuerza. Además, son sometidos a un riguroso proceso de entrenamiento, durante el cual aprenden a confiar plenamente en sus amos, pues los toros de pelea son feroces con sus semejantes, pero mansos y obedientes con las personas. Algunos de estos toros se han hecho famosos por su valentía y braveza, como Menelik, campeón de las peleas de 1946, que llegó a sumar más de doce victorias.

El día central de estos combates se reúnen los criadores con sus mejores ejemplares, los padrinos (que son quienes ofrecen el dinero de los premios) y un numeroso y entusiasta público conformado por aficionados locales y turistas. Se efectúa un promedio de doce peleas, con un tiempo límite de 15 minutos para cada una. Antes de pelear, los toros son sometidos a un día de ayuno (para darles más ferocidad) y sus cuernos son prolijamente afilados. Durante la lid, los animales están todo el tiempo dirigidos por sus amos, quienes les ordenan cuándo embestir y cuándo retirarse. El toro ganador es llevado al estrado oficial por su amo, donde es premiado y bañado con cerveza para refrescarlo del esfuerzo de la contienda.

Hoy los toros de pelea son una raza especial, producto del cruce de los toros de lidia españoles y el conocido toro serrano, enriquecida además con los aportes de la raza Holstein, de mayor tamaño. Las peleas de toros, siempre supervisadas por la ACTP, se han constituido ya en el centro de las celebraciones en las festividades de distritos arequipeños como Sabandía, Characato, Socabaya o Tiabaya.

La semana Santa Arequipeña

Las costumbres populares de Arequipa están muy relacionadas con las efemérides religiosas. Así, por ejemplo, el aniversario de la ciudad, que se celebra el 15 de agosto, es también el día de la venerada Señora de la Asunción. Las misas y procesiones se suman a los desfiles de carros alegóricos, la elección de reinas y los bailes sociales.

Semana Santa en Arequipa

En el caso de la Semana Santa, existe un variado conjunto de celebraciones que, siguiendo el patrón dictado por la ciudad del Misti, se cumplen en forma semejante en todas las localidades del departamento. Durante esa semana, en las calles, la fiesta religiosa se complementa con la degustación de bizcochos, dulces criollos y la compra de objetos devocionales de artesanía.

En la ciudad de Arequipa, la celebración del Domingo de Ramos empieza con la salida, de los templos Santa Teresa y Santa Catalina, de sendas imágenes de Jesús montado en un borrico de yeso, seguido de fieles que llevan palmas entretejidas deseando ser bendecidos. En la tarde se realiza la procesión del Señor del Gran Poder, que sale de la Catedral y recorre el centro de la ciudad para luego volver a su templo.

El Lunes Santo es la procesión del Señor de la Caridad, cuya imagen tiene semejanza con el famoso Cristo de Velázquez. La procesión sale de la iglesia de Santa Marta y se detiene en Santa Teresa y Santa Catalina, recibiendo en el camino numerosos homenajes mediante figuras florales, hechas con admirable artesanía. Es también tradicional en esta fecha comprar cirios decorados, que los fieles llevan durante las procesiones.

El Martes Santo es la procesión de La Macarena, que sale de la iglesia de la Compañía. Se le rinde culto a la usanza sevillana, con encapuchados y cirios color granate.

El Miércoles Santo sale del templo de La Merced el Señor de la Sentencia, que es un lienzo que muestra a Jesús ante Pilatos.

El Jueves Santo es el día del “recorrido de los monumentos”, que consiste en visitar los altares, especialmente arreglados, de diversas iglesias desde las 6 de la tarde, conmemorando la Última Cena. Ha sido costumbre antigua que en este día se escenifiquen en los atrios de las iglesias momentos significativos de la Pasión.

El Viernes Santo empieza al mediodía con el sermón de las tres horas y la procesión del Santo Sepulcro o Cristo yacente, que sale de Santo Domingo en una urna de cristal. Por una acera van los hombres y por otra las mujeres, y cierra la procesión la Virgen de los Dolores. Ese día se come pescado, mariscos y mazamorras típicas. La noche del viernes se vela la imagen del Cristo yacente. Los fieles se acercan a la imagen con algodones benditos y tocan sus heridas mientras rezan a coro el rosario. El culto del Sábado Santo empieza a la medianoche con la misa de gloria y resurrección.

En la madrugada del Domingo de Pascua se queman imágenes de Judas el Traidor y se arrojan al aire, para los niños, bolsas con 30 monedas. La más tradicional “quema de Judas’’ se realiza con gran espectacularidad en Yanahuara, con profusión de fuegos artificiales. Antes de la quemazón se lee el “testamento de Judas”, que permite al pueblo caricaturizar libremente a las autoridades. El resto del día domingo es de picantería.

Otras costumbres de Arequipa:

  • Aniversario de Arequipa
  • El Yaraví.
  • La fiesta de la Virgen de Chapi.
  • Rocoto relleno.