La historia de la fundación de Arequipa es confusa y controvertida, mas no por ello falta de encanto añejo. Ubicada al pie del Misti y edificada con piedra sillar, la Ciudad Blanca exhibe más de 460 años de existencia.

Los primeros españoles que se posesionaron del lugar lo hicieron en la orilla izquierda del río Chili, donde hoy se halla la ermita de San Lázaro, pero por aspirar a mejoría trasladaron la villa al pueblo indio de Cayma, a la otra banda del río. Todo esto ocurrió en 1539, tiempo en el que fueron los primeros alcaldes Pedro Barroso, natural de Segovia, y Garcí Manuel de Carvajal, que lo era de Plascencia, castellano el uno y extremeño el otro.Fundación de Arequipa
Estando la población asentada en Cayma, parece que la visitó Francisco Pizarro, pero, encontrando que los vecinos estaban disconformes, nombró una comisión para que le buscara nuevo asiento, por lo que en enero de 1540 se la trasladó a Camaná. Para entonces eran alcaldes ordinarios Garcí Manuel de Carvajal y Juan Flores.

A los tres meses de erigirse la población en el valle Camanejo, no era mejor la conformidad de los vecinos dado que las incomodidades proseguían y ahora se culpaba al sitio de ser malsano y enfermo. El Cabildo entonces comisionó al alcalde Garcí Manuel de Carvajal para que fuera a Lima por procurador, nombramiento que se hizo el 3 de abril de 1540. De seguro llevó las malas noticias de la nueva tierra, porque el gobernador Pizarro lo invistió, por el mes de mayo, su teniente, y el 6 de junio dio una provisión para que los vecinos buscaran otro paraje si así lo acordaran en votación capitular. El 20 de julio procedió
Garcí Manuel a tomar la votación, y la mayoría se decidió por el cambio, motivo por el que todos regresaron a la orilla izquierda del río Chili, donde, el domingo 15 de agosto de 1540, festividad de la Asunción, el teniente de gobernador Garcí Manuel de Carvajal procedió a fundar la definitiva urbe.

Se hizo entonces el reparto de solares y—porque Francisco Pizarro lo facultaba por nueva provisión del 21 de junio— el reparto de chacras sólo se verificó el 15 de setiembre, víspera de san Cipriano. En este tiempo eran alcaldes el Trece del Gallo Juan de la Torre (nombrado en remplazo de Garcí Manuel) y el ya citado Juan Flores, actuando de regidores Luis de León, Gómez de León, Hernando de Torres y Francisco de Montenegro. Primer cura de la nueva urbe y de su iglesia mayor advocada a san Pedro fue el bachiller Rodrigo Bravo, que también tenía título de Vicario y Protector de Naturales. La ciudad se llamó, como al comienzo, Villa Hermosa del Valle de Arequipa, pero por conmemorar su última fundación también dio en llamarse Villa de la Asunción de Nuestra Señora del Valle de Arequipa. Para conseguir el título de ciudad, el 16 de octubre de 1540, el Cabildo nombró su procurador ante el Rey al conquistador Alonso Ruiz, uno de los captores del Inca en Cajamarca.

La primera descripción de la urbe se debe a Pedro Cieza de León, de quien sospechamos que no llegó a conocerla y se refirió a ella sólo de oídas. Por eso la ubica en el valle de Quilca, aunque luego da a entender que es el de Chili, y afirma: “esta dudad está puesta y edificada en la mejor parte y más fresca que se halló conveniente para le edificar; y es tan bueno el asiento y temple de esta ciudad, que se alaba por ser la más sana del Perú y más pasible para vivir. Nace en ella muy excelente trigo, del cual hacen pan muy bueno y sabroso... En lo tocante a la fundación de Arequipa no tengo que decir más de que cuando se fundó en otro lugar, y por causas convenientes se pasó a donde ahora está. Cerca de ella hay un volcán, que algunos temen no reviente y haga algún daño. En algunos tiempos hace en esta ciudad grandes temblores de tierra”. Si algo hubiera que añadir sería la presunción de que las tres primeras fundaciones de la villa se deben al conquistador Alonso de Cabrera, quien en 1539 era el alcalde mayor de los españoles errabundos que buscaban asentarse en la comarca arequipeña.

La gestión del procurador Alonso Ruiz se vio culminada por el éxito, porque consiguió para Arequipa las siguientes armas otorgadas por el Rey: en campo de gules un río que fluye delante de un volcán humeante flanqueado por dos grupos de árboles, emergiendo de cada grupo, hasta tocar el volcán, un león rampante; y por bordura ocho flores de lis sobre fondo de azur. Esta merced se otorgó en Fuensalida, el 7 de octubre de 1541. El virrey Francisco de Toledo otorgó a Arequipa, el 7 de noviembre de 1575, el título de Muy Noble y Muy Leal, concesión que ratificó el Rey por cédulas de 20 de setiembre de 1580 y 28 de enero de 1594 expedidas en Badajoz y Madrid, respectivamente.